sábado, 14 de julio de 2007

El Credo de nuestros políticos

En nuestro partido político cumplimos con lo que prometemos
Sólo los imbéciles pueden creer que
no lucharemos contra la corrupción
Porque si hay algo seguro para nosotros es que
la honestidad y la transparencia son fundamentales
para alcanzar nuestros ideales
Demostraremos que es una gran estupidez creer que
las mafias seguirán formando parte del gobierno
como en otros tiempos
Aseguramos sin resquicio de duda que
la justicia social será el fin principal de nuestro mandato
Pese a eso, todavía hay gente estúpida que piensa que
se pueda seguir gobernando con las artimañas de la vieja política
Cuando asumamos el poder, haremos lo imposible para que
se acaben las situaciones privilegiadas y el tráfico de influencias
No permitiremos de ningún modo que
nuestros niños tengan una formación insuficiente.
Cumpliremos nuestros propósitos aunque
los recursos económicos se hayan agotado
Ejerceremos el poder hasta que
comprendan desde ahora que
Somos la "nueva política"


Eso es lo que nuestros políticos dicen para la galería.
Ahora léelo al revés, desde la última línea hasta la primera, y así verás lo que realmente dice el discurso.


Hasta la próxima, mortales.

sábado, 24 de marzo de 2007

Preceptos del político exitoso

¿Es Usted Chileno y Quiere Ser un Político Famoso y Exitoso?
¿Quiere Ser Protagonista en el Quehacer Nacional?
¿Busca Ser Parte de las Elites que Tanto Admira?
¿Desea Ser Alabado en sus Salidas al Extranjero por los “Logros” Obtenidos por Chile?
¿Busca Ganar Mucho Dinero Sin Mucho Esfuerzo?
¿Desea Salir Rápidamente de Conflictos y Reveses Políticos?
¿Quiere Escapar de la Fea Realidad y Crearse un Mundo Bello y Feliz?

Entonces siga estos simples Preceptos y en sólo pocos minutos, y de manera divertida, será el político exitoso que siempre ha querido ser,…y gratis.

¡¡COMIENCE YA!!

Precepto 1:

En su gestión pública nunca olvide que lo importante para usted es el corto plazo. Lo fundamental para elevar su “prestigio” personal en el país, y especialmente en el exterior, es mostrar resultados ahora, y no años después cuando ya no esté, y más encima otro gobierno pueda arrogarse su realización. Así que aprópiese de los buenos indicadores macroeconómicos y difúndalos por todo el Universo (no haga lo mismo con las cifras sociales si es que no desea que su imagen se vaya al suelo), regáleles las calles a los privados para que construyan hermosas autopistas pagadas, cambie el color de las micros, ponga paraderos nuevos, ilumine bien las principales avenidas y tape sus “eventos”, haga muchos TLC, aplique a la chilena el modelo danés, noruego, finlandés o marciano, y corte cintas como si el mundo se fuera a acabar, no importando si lo que está inaugurando son casuchas que se lloverán enteras el próximo invierno, etc., etc. Pero cuidado, cuando hable en público, tenga especial cuidado de sólo mostrar preocupación por el largo plazo:

- “Deseo que mis compatriotas confíen en que nuestro gobierno hará todo los esfuerzos necesarios para generar las condiciones que permitan que Chile dé el tan esperado salto al desarrollo. Así, nuestros hijos y nietos estarán orgullosos y agradecidos de vivir en un país más justo y más próspero”.

Este tipo de discurso complacerá a la gente, especialmente a las veteranas cursis, que de seguro votarán a futuro por usted. Asimismo, cuando tenga que hacer frente a los grandes problemas sociales o económicos del país, nunca se meta con los temas de fondo, ya que esto implica formular proyectos complejos y de largo plazo. Esto es, si quiere “mejorar” la educación, sólo preocúpese de poner hartos computadores en los colegios y de elevar la cobertura en la educación básica, media y universitaria; ante la delincuencia, sólo proponga medidas represivas; para "mejorar" la salud, sólo elimine las colas para pedir hora, pinte los hospitales y anuncie planes rimbombantes; para fomentar un mayor crecimiento económico, sólo impulse medidas de corto plazo y efectistas, etc., etc. Así que olvídese de la mala distribución del ingreso; de la escasa calidad de la educación y de las viviendas sociales; de los perjuicios de ser una economía rentista; del escuálido gasto en investigación y desarrollo; del sistema productivo poco diversificado y primario; de la segunda fase exportadora; de los problemas de fondo de la mipymes; de la cultura elusiva existente en el país; de los efectos del endeudamiento, el consumismo y el hedonismo sobre la felicidad de la población, etc., etc. Obviamente, muéstrese preocupado por estos temas cuando esté en público, pero no vaya más allá. Siempre tenga presente que el bienestar suyo a largo plazo sólo requiere de beneficios de corto plazo para el país.

De todos modos, si desea aprender a moverse de manera brillante por el corto plazo y por lo superficial, y más encima quedar como rey, aprenda de los economistas liberales. Éstos siempre pasan largas horas y ocupan páginas enteras de diarios hablando de por qué el dólar subió o bajó un pesito, de si el banco central debe subir o no la tasa en algunos puntitos base, si la inflación subirá o bajará algunas decimitas, o sobre qué bueno sería reducir los impuestos un puntito, o qué dichosa sería la vida si hubiera un día hábil más para que el PIB creciera otro poquito, o qué maravilloso sería el mundo si abaratáramos aún más la mano de obra o liberáramos las tasas de interés de los créditos. Ni hablar de todo el tiempo que pierden compitiendo por quién hace “mejores” y más detalladas estimaciones. ¿Cuántas veces los ha visto hablando de verdad y seriamente de los grandes y complejos problemas del Desarrollo Económico chileno? Además, ¿se ha dado cuenta que siempre se comportan como si vivieran en un mundo bello y feliz? (sólo vea a la dupla Velasco-Corbo en Davos 2007) Medítelo y emúlelos.

Precepto 2:

Siempre aproveche cualquier instancia u oportunidad para salir en la televisión o en cualquier medio de comunicación masivo. Organice encuentros internacionales y exponga en inglés en ellos; haga conferencias de prensa por cualquier cosa; lúzcase en la Enade y haga que lo aplaudan de pie los empresarios; siéntese al lado de las grandes personalidades; sáquese fotos con la gente importante y con los líderes mundiales; vaya a los foros políticos televisados; concurra a las entrevistas de los programas más taquilleros, en especial si sólo lo invitan a usted; y muy importante: si es que no tiene que utilizar la pose de serio, véase siempre flexible, sensible, alegre y dicharachero. Así la gente le tendrá simpatía y pensará que usted es realmente un ser humano cercano y valioso a quien apoyar o por quien votar en el futuro.

Cuando ocurran tragedias o se hagan denuncias de impacto social, siempre aparezca en los medios dando su opinión al respecto, aporte soluciones rápidas y acompañe a las víctimas en todas las instancias televisadas. Nunca olvide que debe potenciar rápidamente su imagen a como de lugar, y esto se logra haciendo presencia o exponiendo algún discursillo emotivo en el momento preciso y en el lugar preciso.

Jamás olvide que en política no se requiere ser efectivo ni brillante, sólo basta ser efectista y brilloso. Por ejemplo, si desea que la gente crea que usted es un político o gobernante diferente al resto, arme un equipo de trabajo o de gobierno que tenga un sello aparentemente distinto y renovado. Acá sólo basta que ponga caras nuevas y ojalá más jóvenes. La opinión pública quedará ilusionada con este tipo de iniciativas. Claro, en la práctica, estos “nuevos” políticos tendrán las mismas posturas politiqueras de siempre y los mismos discursillos añejos y predecibles que sus predecesores, pero la gente le agradecerá el esfuerzo renovador.

En época de elecciones debe redoblar sus esfuerzos por fortalecer su imagen. Así que baje de las alturas, empápese de la chusma (o sea de la gente) y siga las siguientes instrucciones: sea muy simpático y cálido; véase comprometido, solidario y extrovertido; recorra pueblos y comunas y haga como si la gente le interesara; prometa cualquier cosa; salude con mucha energía, especialmente a la gente modesta; use la retórica con generosidad; dígale a todo el mundo que se levanta a las 5 de la mañana todos los días para que vean que usted es muy trabajador; si es adinerado, insístales que obtuvo su riqueza con esfuerzo y honestidad; vaya a todas las reuniones y eventos que organice la gente (o sea, los votantes); y si es necesario, haga el ridículo bailando o cantando en alguna tarima.

Además, olvídese, por lo menos en estas circunstancias, de aquella tendencia de los políticos chilenos a ser fomes, aburridos y planos. Sólo tome en cuenta que si algún líder latinoamericano fuera como los fomeques políticos nacionales, sería derrocado por latero. Siéntase libre y, aunque sea por una vez, deje de ser tan políticamente correcto y prudente, obediente y predecible, y lúzcase de repente con un juego de palabras divertido, con algún exabrupto o, por lo menos, con algún discursillo que vaya contra la corriente. Recuerde que todo esto valdrá enormemente la pena si sale elegido. Por supuesto, cuando ya esté sentado cómodamente en su sillón público, relájese y vuelva a su estado natural.

Ahora, si usted es un político de derecha, le será mucho más complicado hacerse de una potente y carismática imagen ante la gente, en especial si tiene tendencias fascistoides. Dado que usted defiende abiertamente los intereses de los militares, empresarios y sectores más pudientes de la población; adhiere a todas esas doctrinas económicas fundamentalistas del ultracapitalismo; no muestra un interés real por solucionar los grandes problemas sociales; y es insensible a las violaciones a los derechos humanos, no tiene ninguna posibilidad de ser apreciado por las multitudes. No crea que con autodenominarse de “centro” derecha o acusar de izquierdistas a sus oponentes, va a lograr acercarse más a la muchedumbre. Debe comprender que la única forma de hipnotizar a las masas es haciendo encendidos discursos en favor de los trabajadores y consumidores e impulsando iniciativas que fomenten la equidad social, la solidaridad, el respeto al medio ambiente, la cultura, la estabilidad en el empleo, etc., etc. Lamentablemente, como usted fue criado en un ambiente reduccionista y simplón en lo social, y lo convencieron de que la ganancia lo es todo, que los pobres son pobres porque son flojos y los ricos son ricos porque son muy esforzados, que los trabajadores son simples factores de producción que sólo deben mostrar un profundo agradecimiento por el empresario generoso que los contrata, y que el medio ambiente no sirve de nada si no se transforma en dinero, usted no tiene posibilidad alguna de penetrar en el corazón de las masas trabajadoras y de las familias.

Bajo estas condiciones, sólo cabe para usted una única posibilidad para llegar al poder: hacerse grande achicando a su adversario. Así que aportille al gobierno por cualquier cosa y aproveche todas las oportunidades que deriven de actos de corrupción, malos indicadores macroeconómicos, poca eficiencia de las autoridades y escasa efectividad para luchar contra la delincuencia. Muchas opciones no tiene, así que rece para que sus adversarios que gobiernan sean poco competentes. Ahora, si los que están en el poder son derechistas disfrazados de centro izquierdistas, copando casi todo el espectro político, puede estar condenado a esperar eternamente.

Por otro lado, si usted es un político vinculado a los sectores de la izquierda tradicional, de tendencias marxistas, tampoco tiene muchas posibilidades de llegar al poder. De hecho, tiene menos que la derecha política. Debe comprender que, para bien o para mal, los tiempos han cambiado, y que gracias, entre otras cosas, a la globalización económica, la muchedumbre ya no está programada para aceptar doctrinas, ideas y discursos ultraestatistas añejos. Si desea algún día acceder al gobierno, debe renovar su lenguaje e imagen, y luchar para que el libre mercado sea realmente un sistema equitativo, que beneficie a todos, y no sólo a los tiburones y pirañas que siempre están intentando apropiarse de él.

Precepto 3:

Si usted ha sido criticado por venderse al sistema neoliberal, por olvidar sus ideales políticos y sociales de antaño, por convertirse en lo mismo que hace años criticaba duramente o por cuidar los intereses de los grandes grupos económicos, no se amilane y saque de la manga ese “As” que siempre lo sacará de estos aprietos: chantajee emocionalmente a la gente. Diga con cara de afligido:

- “No voy a aceptar que nadie cuestione mis valores y principios. Yo en mi vida pública he demostrado con creces ser un comprometido por la democracia y por el bienestar de mi pueblo. Por esa razón luché contra la Dictadura, sufrí el exilio y la tortura, y esas marcas las llevaré toda mi vida”.

Estas palabras conmoverán a la gente y hasta se sentirán culpables por haber dudado de usted. Gracias a esto podrá continuar por un buen tiempo usufructuando tranquilo del sistema neoliberal, haciendo nuevos amigos entre la “gente linda” y consolidando su nivel de vida. Y si más adelante empiezan los cuestionamientos de nuevo, vuelva a repetir el infalible discursillo.

Precepto 4:

Dado que usted es un político, lo más probable es que no esté cumpliendo sus promesas y le cueste mucho hacer su trabajo. Pero no se preocupe, para no quedar como incompetente o negligente hay una fácil solución: manipule la percepción de la gente. Para esto no se requiere que usted deje de ser inerte, sólo intente convencer al país que algo se está haciendo. Por ejemplo, diga:

- “Puede ser que sólo hayamos dado algunos pasos, pero lo importante es que vamos en la dirección correcta”.

O bien vaya más allá:

- “Estamos trabajando en ello, de hecho se han hecho grandes esfuerzos (que nadie conoce, pero no importa), pero todavía queda mucho por hacer”.

Aquí puede aprovechar estas palabras para afirmar también que usted o su grupo político son los únicos capacitados para continuar las tareas. Ahora, si usted es un político astuto y sabía que lo primordial no es andar cumpliendo objetivos ni metas, sino asignar grandes montos a los ítems sociales del gasto público y, lo más importante, presumir de ellos, cuando sea fuente de críticas, defiéndase eficazmente de la siguiente manera:

- “Quiero ser enfático en señalar que en nuestra gestión se han dado pasos gigantescos para solucionar los grandes problemas sociales del país, de hecho, nuestro gobierno es el que más recursos ha destinado a este objetivo”.

Claro, la mayoría de los problemas siguen igual, y además, gran parte de la plata se queda en el camino gracias a los operadores políticos y a los corruptos, pero igual la gente va a valorar su esfuerzo.

Ahora, si la gente se pone difícil y empieza a movilizarse para presionar a su gobierno, por ejemplo, para que cumpla sus promesas, trate primero de convencerlos de que realmente no son necesarias tales movilizaciones porque usted y su gobierno siempre han sido muy receptivos a los requerimientos e inquietudes de los diferentes grupos sociales. Es decir, diga frases como la siguiente:

- “Este es un gobierno que no necesita de presiones para dialogar ni tomar conciencia de las necesidades del país. Siempre hemos estado dispuestos a conversar y resolver los problemas”.

Si esta estrategia no resulta, entonces advierta que no recibirá a nadie y no aceptará ninguna petición mientras la muchedumbre recurra a medidas de fuerza. Claro, esto significará que la gente seguirá manifestándose en las calles, pero no se preocupe, ya que afortunadamente siempre habrá un grupito de irracionales que violentarán las movilizaciones, y, justamente, esto es lo que usted necesita para deslegitimarlas: destaque exclusivamente las acciones de los violentistas y haga que los medios de comunicación muestren todos los desórdenes y los destrozos a la propiedad pública y privada. Esto hará que la gente repudie las manifestaciones y se diluyan o posterguen las demandas sociales. Así que rece cada vez que la ciudadanía se moviliza en su contra para que aparezcan los grupitos violentos, que ingenuamente creen que están perjudicando a la autoridad, pero que realmente le están prestando una valiosa colaboración. Obviamente, nunca investigue o persiga con muchas ganas a estos violentistas, ya que nunca faltará la ocasión en que pueda volver a necesitarlos.

Si a pesar de todo lo anterior las cosas se ponen color de hormiga para su gobierno debido a que las movilizaciones se acrecientan, empiece a ceder ante las peticiones y reciba a todos los líderes sociales involucrados. Póngase muy simpático e invítelos a tomar café con galletitas, haga promesas para calmarlos y forme todas las comisiones necesarias. Éstas de preferencia deben estar conformadas por muchas personas para que no logren alcanzar muchos acuerdos y no lleguen a nada importante (si alguna comisión tuviera pocos integrantes, aplique el mismo criterio que se usa para elegir a los principales Ministros: convoque a “los expertos”, es decir, a tecnócratas liberales o a intelectualoides de escritorio). Además, como estas medidas consumen tiempo, las cosas empezarán a enfriarse. Por supuesto, si producto de todo esto tiene que finalmente concretar medidas, convenza a la gente que éstas igual se hubieran implementado, por lo que las movilizaciones no eran necesarias. Así, con el paso del tiempo, quedará la sensación de que todos los avances que se han producido fueron impulsados exclusivamente por su gobierno.

Precepto 5:

Si bajo su gestión usted de repente es requerido para que se pronuncie frente a los problemas económicos que enfrenta el país y dé algunas propuestas, seguramente le entrará el pánico por el hecho que usted no sabe nada de economía. Pero no se preocupe, siempre hay solución para todo: sólo apréndase de memoria las recetas liberales estándar. Por ejemplo, si el crecimiento del país es mediocre, señale lo siguiente, y hágalo como si supiera de lo que está hablando:

- “Se hace imperioso flexibilizar el mercado laboral, reducir tributos, eliminar impuestos distorsionadores y/o ser menos implacables en la reducción de las externalidades negativas producidas por las empresas”.

Claro, su conciencia le puede susurrar que estas medidas sólo conducen a la dinámica de crecer depredando, pero hágase el sordo. Además, no faltará el buen economista que le diga, por ejemplo, que el mercado laboral chileno ya es bastante flexible y que los estudios serios no evidencian ningún vínculo entre rigidez laboral y crecimiento, pero no le haga caso, ya que son recetas que gran parte de los empresarios, políticos y economistas repiten como loros, así que estará en armonía con la mayoría.

Además, siempre recuerde que, aunque se disfrace de “LA ciencia económica moderna”, la economía neoliberal que nos rige es una simple y vulgar religión. Y si bien, cualquier persona lúcida se da cuenta que ésta descansa en gran medida sobre premisas metafísicas, especulativas y controversiales, usted debe someterse al tribunal de sus alucinados pontífices si es que desea que le vaya bien. Para empezar, nunca olvide el dogma fundamental: el mercado es Dios y el Estado es Satanás (excepto, por supuesto, cuando tiene que servir de salvavidas o socializar las pérdidas). Repita el anterior evangelio hasta que penetre en su subconsciente. Cuando ya esté empapado de esta doctrina fundamentalista “comprenderá” que el Estado debe ser mínimo y que sólo debe abocarse a proveer bienes públicos. Claro, alguien bien informado le puede decir que en los países desarrollados y en las potencias asiáticas el Estado es grande, poderoso, proactivo y ha planificado estratégicamente el desarrollo nacional, pero haga oídos sordos a esos argumentos, ya que esas naciones realmente no son “iluminadas” como nosotros. Si no cuida todos estos aspectos puede ser excomulgado por los profetas neoliberales, y eso, como mínimo, significará que ya no recibirá las platas necesarias para sus siguientes campañas electorales.

Volviendo a las recetas, tenga cuidado de no exponerlas de manera tan directa y obvia. Es decir, no diga:

- “Hay que pagar pocos salarios o eliminar las indemnizaciones para que las inversiones sean más rentables, se deben bajar los impuestos a las empresas para que ganen más plata, hay que cuidar a los ricos para que nos vaya bien, o hay que permitir que las empresas contaminen para que obtengan más utilidades”.

Aunque no falta el que tiene la desfachatez de decir las cosas de esta forma, usted sea “prudente” y siempre dígalas dándole un toque social, sutil y de forma que sólo se entiendan más o menos. Así quedará como alguien entendido en la materia y, más encima, con sensibilidad social.

Precepto 6:

Si los datos estadísticos no lo favorecen, siempre busque hacer comparaciones favorables para mostrar que “realmente” estamos mejor. Por ejemplo: si el desempleo del país es altísimo, alcanzando una tasa de 9,7%, pero el mercado esperaba un 9,8%, aproveche esta gran oportunidad y haga comprender a la gente lo bien que vamos:

- “Como ustedes pueden comprobar, la tasa de desempleo ha sido menor a la que se esperaba, lo que es muy bueno. Esto implica que nunca hay que sobrereaccionar negativamente o ver el vaso medio vacío”.

Por otro lado, si las cifras económicas de corto plazo no lo favorecen en su gestión o imagen públicas, entonces señale lo siguiente:

- “No hay que fijarse tanto en las cifras mes a mes, ya que lo importante es lo que sucede a mediano-largo plazo”.Claro, ese “mes a mes” puede ser muy prolongado y marcar tendencia, pero esa frase le ayudará a desviar la atención. Ahora, si las cifras del mes a mes lo favorecen, no dude en utilizarlas.

Precepto 7:

Si tiene que defender su gestión en base a cifras, siempre utilice la denominación monetaria que más abulte las cantidades. Por ejemplo, si su gobierno asignó recursos a programas de empleo, jamás diga que éstos ascendieron a 10 millones de dólares, ya que dicho monto da la sensación de que es mediocre. Lo que debe hacer en este caso es decirlo en pesos:

- “Hemos hecho el esfuerzo de invertir 5 mil 500 millones de pesos”.

¿Ve la diferencia? Así queda la impresión de que es mucha plata. Además, nunca olvide que en todo este tipo de cosas debe siempre utilizar la palabra “esfuerzo”, ya que esto le da más peso a sus palabras. Ahora, otra forma de dar a conocer las cifras es en términos relativos. Por ejemplo, diga:

- “Estos recursos destinados a los programas de empleo son tan significativos que con estos podrían construirse 800 viviendas sociales o financiar por un mes 72.000 pensiones asistenciales”.

Este procedimiento de entrega de cifras impresiona a la gente, la cual le agradecerá el esfuerzo. Pero ojo, nunca cometa el error de valorar esos recursos diciendo que ellos equivalen a 11 aviones de guerra, 100 autoindemnizaciones o 200 asignaciones directas de los operadores políticos. Aunque esto sea cierto, cuide su mensaje a como de lugar. Ahora, si usted tiene que entregar cifras de ítems no muy populares, como la compra de tanques o las relacionadas con el incremento de sueldos de los altos cargos del Estado o parlamentarios, diga los montos en dólares, ya que así queda la sensación de que no son muy importantes.

Precepto 8:

Si hay algún proyecto de ley que desea obligar a los políticos a declarar sus intereses económicos o a acogerse al fideicomiso ciego, opóngase con fuerza, pero ojo, hágalo en privado y no en público. Públicamente señale:

- “Me parece un buen proyecto, porque es necesario generar instancias que fomenten la transparencia en la gestión pública”.

Luego exprese:

- “Pero también quiero dejar claro que, en lo que respecta a mi, yo soy un funcionario público intachable que jamás me aprovecharía de mi cargo o funciones para beneficiarme económicamente o favorecer los negocios familiares. Por tanto, con o sin proyecto, mi accionar será siempre el mismo”.

Con este mensaje usted bajará la ansiedad social por tratar de impulsar este tipo de proyectos. Obviamente, en privado usted debe hacer todo lo que está a su alcance por boicotear ese tipo de iniciativas. Recuerde que no puede perder la oportunidad de potenciar sus negocios personales o familiares aprovechando la información privilegiada a la cual puede acceder en sus funciones políticas. Y no sólo eso, también tome en cuenta todos los beneficios que se pueden obtener si usted participa directamente en generar leyes o normas que mejoren las condiciones en aquellos ámbitos de negocio donde usted tiene su plata. Ahora, si alguna vez lo acusan de estar enriqueciéndose a costa de sus funciones públicas, niéguelo todo y afirme que está siendo víctima de una persecución política. Esto nunca falla.

Precepto 9:

Si usted desea cambiar de auto, comprarse el televisor de plasma que siempre ha soñado o tener dinero para las vacaciones, aproveche con energía las campañas electorales. Las claves son simples: (1) utilice el dinero de la campaña electoral para aumentar sus ingresos en ese período, (2) no use sus cuentas corrientes o de sus familiares para no ser descubierto, (3) vincúlese con algún operador político de alguna organización estatal que piense como PPD, DC, PS o PRSD y que asigne recursos directamente, (4) utilice facturas de empresas fantasmas o simplemente use facturas falsas para rembolsar recursos, y (5) si lo descubren en algo apele a las frases que nunca fallan:

- “No hemos hecho nada fuera de la ley, sólo fue un error”.

O bien:

- “Bueno, pero todo el mundo hace lo mismo, incluso la oposición”.

Precepto 10:

Si se está “maquinando” un proyecto de ley que puede perjudicar las utilidades de las grandes empresas o de las personas más ricas de la población, jamás se niegue a tal proyecto haciendo un “augusto pinochet”, es decir, diciendo que hay que cuidar a los ricos. Como nunca jamás debe mostrar públicamente sus simpatías por la gente económicamente más rica del país, para oponerse a ese tipo de iniciativas hay formas mucho más eficaces y sin costo político. Sólo apele a los elementos habituales en estos casos: las reglas del juego y la inversión. Diga lo siguiente:

- “La gente y las autoridades chilenas son estrictamente respetuosas de las reglas del juego, y por esta razón no permitiremos que sean alteradas. Además, no creemos en la conveniencia de impulsar proyectos que afecten la inversión en nuestro país, base del crecimiento y el empleo”.

Claro, a pesar de que usted sabe que generalmente los inversionistas igual seguirán invirtiendo porque con o sin proyecto el negocio igual será jugoso, diga lo anterior con convicción. Y cuando vea que a los interlocutores ya los tiene bastante convencidos, remate sus palabras expresando lo siguiente (y póngase “muy serio”):

- “No toleraré que este mala iniciativa siga su curso, porque todos sabemos que los que más se verán afectados finalmente son los pobres y trabajadores de mi patria, porque sepan ustedes que la cesantía es el flagelo más cruel y difícil de erradicar".

Recuerde que esta forma de abordar esta cuestión es muy eficaz y es muy utilizada por los empresarios para rechazar las iniciativas que perjudican sus bolsillos. Si sigue estos consejos, la “gente linda” y las grandes empresas nacionales y extranjeras no sólo le agradecerán cuidar sus intereses, sino que además admirarán su inteligencia.

Precepto 11:

Siempre cuide sus intereses. Recuerde que para usted la gente realmente importante es la más acaudalada de la población: vacaciona con ellos, va a los mismos clubes que ellos, sus hijos estudian en los mismos colegios, va con ellos a firmar los TLC y ellos le pagan las campañas. Así que nunca olvide que cuidar sus intereses es cuidar los intereses de ellos.

También recuerde que cuando deje el gobierno tendrá ya un alto estándar de vida, y por tanto, necesitará de la “gente linda” para conseguir un importante cargo en alguna empresa privada, una presidencia de alguna Isapre, o un puesto en algún directorio de AFP (esto se facilitará si ha sido parte de una coalición que todavía gobierna, ya que los privados querrán aprovechar sus contactos personales y políticos). Por tanto, no se meta mucho en temas como el mejoramiento de la distribución del ingreso, las necesidades medioambientales o en esa “tontera” de andar cobrando royalty a las empresas extranjeras, etc. Tome siempre en cuenta que ese tipo de cosas incomodan a aquellos que pueden perjudicar sus intereses, y por tanto, si sus ingresos dependen de que usted no entienda mucho los problemas sociales, entonces, no los entienda.

Asimismo, si a usted le dicen los economistas liberales y los empresarios que no debe gastar la plata del cobre, entonces no la gaste y deposítela en los bancos de Nueva York para que la aprovechen los especuladores internacionales. Claro, esto implicará recibir numerosas críticas por el hecho de que en el país hay tantos problemas y carencias sociales que solucionar, pero no haga caso y obedezca.

Por otro lado, siempre “renueve las confianzas” con el “sector privado”, es decir, con los grandes empresarios. Concédales sutilmente todo lo que le pidan: baje impuestos, abarate la mano de obra, reduzca las regulaciones de todo tipo, y permita que las empresas extranjeras extraigan fácilmente todos los recursos naturales del país y que profiten de ellos todo lo que quieran. Claro, los inversionistas extranjeros seguramente se morirán de la risa por la enorme “generosidad” que tiene Chile con sus bolsillos, pero eso no le debe importar a usted, ya que sólo debe preocuparse de sus propios intereses.

Tampoco haga muchos esfuerzos por evitar la fusión de empresas y la concentración económica. Y si esto significa hacerse el desentendido ante las voces que señalan que son falseados o maquillados los informes que permiten tales integraciones o que previenen sobre el daño a los consumidores y proveedores, entonces, hágase el desentendido. Claro, no faltará quien le diga por ahí que el principio de subsidiaridad del Estado sólo es consistente si los mercados son competitivos, ya que si no es así, es un chiste que los que gritan menos Estado se hagan los mudos cuando hay menos mercado. Pero relájese y hágase el sordo. Además, recuerde que la concentración económica no sólo es fundamental para que sus amigos pudientes sigan aumentando exponencialmente su riqueza, sino que fomenta además la búsqueda de rentas por parte de las opulentas elites económicas, es decir, la manipulación de los gobiernos democráticos para obtener privilegios especiales y favores políticos en desmedro del resto de la población. A usted no le debe importar que los que fijan las pautas a los gobiernos sean los poderosos grupos económicos; sólo le debe interesar que usted y sus intereses calzan perfectamente en este esquema.

Tampoco permita que los organismos antimonopolios sean muy eficientes o tengan muchas atribuciones, para así evitar que molesten mucho a las corporaciones. Por supuesto, de vez en cuando es bueno que estas instituciones fallen en contra de alguna empresilla para aparentar que se trabaja. Siempre corte el hilo por lo más delgado.

Por otra parte, siempre niéguese a cualquier iniciativa o proyecto que signifique aumentar las multas a las empresas. Claro, toda la gente con mediana inteligencia sabe que para corregir comportamientos empresariales ilícitos, lo que debe hacerse es absorber todas las ganancias derivadas de aquellos, ya que si no es así, las empresas seguirán incurriendo en ellos. Pero usted que cuida sus intereses, sólo aplique pequeñas multas para la foto. Aparte de esto, permita también que las empresas puedan apelar a las multas. Esto se logra, por ejemplo, creando comisiones conciliadoras con integrantes “independientes” (las cuales reciben y deciden las apelaciones). Y si alguna vez escucha que alguna empresa está “dejando” algún billetito en la cuenta corriente de alguien de la comisión, hágase el desentendido. Obviamente, no aplique estos criterios con los consumidores. Si éstos, por ejemplo, por cualquier razón no pueden pagar sus deudas, permita sin inconvenientes que las empresas les cobren enormes multas (por ejemplo, 40 veces lo adeudado, tal como se les permitió hacer a los dueños de las autopistas privadas) y sin posibilidad de apelación.

Tampoco tome muchas iniciativas para frenar el endeudamiento de la población, por el contrario, foméntelo, ya que esto significa traspasar grandes flujos de ingresos a los grupos económicos. Eso sí, primero tiene que convencer a la gente de que la economía está próspera, así adelantarán consumo. En épocas malas la gente tiene pocos ingresos y no se endeuda. Mala cosa. En épocas “buenas” la gente sigue teniendo pocos ingresos, pero se endeuda. Es decir, hay más ventas y trasferencias de intereses. Negocio redondo para los opulentos empresarios.

Otro tema en que no debe meterse es el de la modernización del SERNAC y de la justicia civil. ¿Se imagina usted al SERNAC con capacidad real de regular conductas empresariales, o a una masa de consumidores poniendo innumerables demandas contra las corporaciones y que más encima se resuelven rápido? ¿Se imagina usted todas las molestias para las grandes empresas nacionales y extranjeras? Cuidado.

Ahora, si en alguna oportunidad tiene que referirse a problemas económicos coyunturales, como por ejemplo, una inflación que se está elevando, jamás se le ocurra sugerir cosas que afecten las ganancias de las empresas. Por ejemplo, nunca diga:

- “Las empresas deben sacrificar parte de sus márgenes de comercialización para contribuir a mantener una inflación baja”.

O bien:

- “Las empresas no deben traspasar todos los aumentos salariales a precios, ya que de esta forma, contribuyen también a mejorar la distribución del ingreso”.

Lo que debe hacer es señalar lo típico:

- “Es necesario y deseable contener la inflación salarial o evitar que se incremente en demasía”.

Pero cuidado, no se le vaya a salir un “vitorio corbo” y diga que dormirá tranquilo porque los salarios están contenidos. Recuerde que la opinión pública legitima los intereses de los políticos al ser “elegidos” en las urnas, y aunque la gente no entiende mucho de nada, igual podría sacar algunas deducciones que lo perjudiquen a futuro si usted es muy obvio. Todos estos consejos le ayudarán a estar bien con aquellos que realmente son importantes, y si usted más encima es de la “izquierda renovada”, podrá cumplir su sueño oculto de ser aplaudido de pie por la “gente linda”, tal como lo hizo el ex-presidente Lagos.

Precepto 12:

Tenga siempre presente que lo más importante, para mostrar una buena gestión ante la opinión pública nacional y especialmente internacional, que es la que más importa, es tener buenos indicadores cuantitativos. Los cualitativos sólo son para la retórica, así que no importan. Por ejemplo, si hay alto desempleo, lo cual lo puede perjudicar en su reelección, cargo público o imagen internacional, tiene que mejorar los indicadores a como de lugar. Así que “ajuste” las mediciones de desempleo, siga midiendo el subempleo como si fuera empleo y, lo más importante: cree fuentes de trabajo de cualquier forma. Y no se preocupe si son trabajos basura, mal remunerados, sin seguridad social, con escasa productividad o con nula estabilidad.

Y por los salarios de estos empleos no se preocupe tampoco, ya que lo que interesa es mejorar los indicadores y no la calidad de vida de nadie. Ahora, si algún periodista o analista avispado le interpela por los bajos sueldos de los empleos creados, diga esta frase certera que nunca falla:

- “Puede que sea cierto que los salarios son bajos, pero lo peor es no tener trabajo”.

Claro, usted jamás trabajaría por $70.000, $80.000 o $90.000 mensuales y le daría vergüenza que un hijo suyo trabajara por esos montos, pero usted debe convencer a la opinión pública que es digno recibir ese salario. Remate la frase dando a conocer el “enorme esfuerzo” de los programas públicos de empleo, ya que así queda la sensación de que la plata salió de su bolsillo. Eso sí, jamás mencione las remuneraciones que van a obtener los trabajadores; sólo señale el monto total asignado por el gobierno a dichos programas.

Pero ojo, aunque es fundamental mostrarle al mundo buenos indicadores cuantitativos de empleo, tenga cuidado y no se le pase la mano, ya que una alta tasa de desempleo es necesaria para el buen funcionamiento de la economía neoliberal. Por esta razón no se meta con el desempleo privado y sólo abóquese a generar programas especiales de empleo público. Claro, éstos son esporádicos, no agregan valor real y se efectúan en condiciones precarias para realizar tareas menores y prescindibles, pero esto es justo lo que se requiere, ya que este tipo de trabajo es mal pagado y no es efecto ni causa del crecimiento. Esto permitirá que la tasa de desempleo verdadera, la que se vincula a la dinámica del crecimiento económico, permanezca alta. Para convencerse de este importante punto, sólo considere el siguiente axioma de la economía neoliberal, expresada brillantemente en 1997 por el Banco J. P. Morgan Chase en un estudio sobre Chile:

“Sin un claro repunte en el desempleo, las presiones salariales probablemente se transformarán en un constante dolor de cabeza para la autoridad monetaria así como una amenaza a las ganancias corporativas, y por tanto, para el crecimiento económico futuro” (ver Informe Sobre Desarrollo Humano, PNUD, 1999, 46).

Asimismo, usted debe tener siempre presente que lo que sucede en el mercado del trabajo afecta directamente la distribución del ingreso; así que tenga cuidado de no perturbar este mercado de manera que los sectores más pudientes (sus protegidos) vean menoscabados sus ingresos. Cuando quiera aplicar medidas para fomentar el empleo recuerde que, dado el nivel de producción, un mayor nivel de desempleo aumenta la productividad y deteriora las remuneraciones, haciendo que los sectores más ricos de la población sigan mejorando su participación en la distribución del ingreso. Recuerde: cuidar sus propios intereses es cuidar los intereses de ellos. Aquí sí que funciona la mano invisible. ¿Le quedó todo claro? Póngase a tono entonces.

Precepto 13:

Si su gobierno entrega a la opinión pública informaciones importantes equivocadas, jamás reconozca negligencias o incompetencias. Por el contrario, siempre minimice el entuerto. Por ejemplo diga:

- “Sólo fue un error comunicacional”.

¿Suena bien, verdad? Ahora, si la opinión pública no queda conforme, entonces, como siempre, busque a un solo culpable y despídalo. Así usted quedará como honesto y enérgico ante la negligencia.

Precepto 14:

Si a usted se le ocurrió decir algo inadecuado, de mal gusto, o políticamente incorrecto, acuda a la típica frase que nunca falla:

- “He sido mal interpretado”.

Y si insisten en criticarlo, diga:

- “Hay gente que se está aprovechando de interpretaciones mal intencionadas de mis dichos para afectar mi imagen”.

Siempre habrá quienes le creerán. De todas maneras, estos hechos pasan al olvido, así que no se preocupe.

Precepto 15:

Si usted expresaba ideas distintas a las que profesa en su actual cargo público, lo que lo deja expuesto a que le digan que es un político incoherente, hipócrita o un aprovechado, enfrente prontamente estas críticas con una efectiva y original frase:

- “En este tema o en otros, lo que haya escrito u opinado antes es un dato puramente anecdótico, por tanto, no tiene importancia” (anécdota: relato breve de un suceso curioso o divertido)

Este aporte está hecho en base a declaraciones del Ministro de Hacienda Andrés Velasco en 2006. Gracias Ministro.

Precepto 16:

Si usted es descubierto haciendo algo ilícito en sus funciones públicas, jamás reconozca alguna culpabilidad. Para defenderse diga lo siguiente:

- “No se ha cometido ningún acto ilícito, sólo fue un error. Siempre la probidad ha caracterizado a todas mis actividades”.

La idea acá es que jamás debe quedar en evidencia; sólo insista en su probidad y en que todo fue un malentendido. Además, muéstrese afectado y sensible, dando a entender que ha sido sujeto de una injusticia; así inspirará lástima y podrá ser perdonado por la gente, especialmente las mujeres. Si esta estrategia da resultado, tome luego una postura ofensiva y diga:

- “Todas estas denuncias sólo responden a una conspiración política de parte de todos aquellos que siempre han querido perjudicarme”.

Esta frase aumentará la empatía de la gente con usted. Posteriormente, encuentre a alguien de su equipo de trabajo que pueda culpar de todo y despídalo o mándelo a trabajar muy lejos. Si es posible, elija a un sujeto que tenga un apellido común para que la gente sienta además que el que se arrancó con los tarros era un don nadie. De esta manera, la opinión pública no sólo no pensará que usted es culpable, sino que lo considerarán una persona honesta y enérgica para desenmascarar a los malandrines. Y si tiene coraje, complemente todo esto haciendo un “Guido Girardi”, es decir, interponga en tribunales una querella en contra “de quienes” realizaron el ilícito. Claro, siempre habrá alguien que va a decir que usted es un caradura o que esta querella es impresentable, pero estas voces siempre serán tenues, ya que se acallarán por reciprocidad política.

Precepto 17:

Si su gobierno es acusado de irregularidades, negligencias o actos de corrupción, memorice estas palabras y expóngalas rápidamente a la opinión pública:

- “Llegaremos hasta las últimas consecuencias para esclarecer estos hechos reprobables que empañan la imagen de Chile, y lo haremos caiga quien caiga. Además me comprometo a generar todas las instancias posibles para aumentar la transparencia de todas las actividades estatales”.

O bien:

- “Tolerancia cero con quienes incumplan sus obligaciones”.

Lo importante es decir frases para la tele, con nombres de programas de la tele. Así, la gente se sentirá más familiarizada con su forma de pensar.

Pero después pase a una segunda etapa: minimice el problema, y hágalo comprometiendo a la gente:

- “Pero queremos también señalar que esto no son hechos generalizados, sino que responden a casos aislados, o a ciertas conductas o culturas que están focalizadas sólo en ciertos sectores. Chile y su gobierno son gente honrada y austera”.

Posteriormente, diluya su responsabilidad diciendo:

- “Este es un tema país, es decir, es un problema de todos, y todos debemos aunar esfuerzos para resolverlo”.

Por supuesto, al momento de concretar las medidas correctivas sólo corte el hilo por lo más delgado, jamás acuse a los líderes políticos, no transparente nada y detenga cualquier instancia que signifique profundizar en la investigación de los hechos cuestionados. Recuerde que entre más ahonda en la solución y más cabezas corta, la probabilidad de que a futuro le corten la suya crece. Cuídese.

Asimismo, no aumente la eficiencia y las atribuciones de los organismos fiscalizadores ni modernice sus leyes orgánicas. Cuando tenga que, por ejemplo, proponer una persona para ocupar el cargo de Contralor General de la República, nunca proponga a alguien formado en la Contraloría, sino siempre a un externo que no tenga la experiencia ni las competencias académicas para ocupar tal función. De esta manera, si usted toma todas estas precauciones, la Contraloría no sólo funcionará a medias, sino que el Contralor siempre le estará muy agradecido por haberlo nombrado, agradecimiento que, por cierto, se traducirá en complacencia. Pero ojo, jamás se le ocurra proponer a alguien de la oposición para ese cargo, ya que no querrá tener un organismo fiscalizador encima de usted y de su gobierno todo el tiempo.

Y ya que estamos hablando de supervisión, tampoco aumente las fiscalizaciones en el Congreso Nacional. ¿Se imagina la enorme crisis política que se generaría si la gente supiera el verdadero nivel de esfuerzo y trabajo de estos funcionarios públicos, que además reciben enormes remuneraciones? Para evitarse estos escandalillos mejor deje las cosas como están.

Por último, cuando se descubran casos de corrupción y empiece a recibir feroces ataques de la oposición, defiéndase eficazmente expresando lo siguiente:

- “Las denuncias y críticas de la oposición son malintencionadas y sólo buscan obtener beneficios políticos”.

Verá como estas simples sugerencias darán fabulosos resultados.

Precepto 18:

Si hoy descubren irregularidades producidas en el gobierno anterior, y usted ocupaba un cargo de responsabilidad política o administrativa vinculado a aquellas, pero hoy no es parte del gobierno de turno, acuda a una frase evasiva muy efectiva aportada por el ex – presidente Ricardo Lagos en 2006, la cual es memorable:

- “Perdón, pero yo no me refiero a la contingencia política”.

Por supuesto, si usted es un ex – Presidente que dejó el gobierno con una alta popularidad, significa que ya es una “vaca sagrada”, así que puede darse el lujo de inflarse infinitamente, creer que todo lo que dice es sabiduría, e incluso darse enormes volteretas.

Precepto 19:

Una de las cosas más importantes en política, que jamás debe olvidar, es la siguiente: si usted ha alcanzado un altísimo cargo público significa que se ha convertido en un príncipe, en un rey, en un Soberano que tiene la obligación de ejercer su Alta Envestidura. Así que olvídese de que usted está para servir al pueblo, buscar su bienestar o escuchar sus peticiones. No, para nada.

Tome conciencia de que ha llegado al Olimpo y que ha pasado a formar parte de la mayor elite del país y de su gente más linda. ¿Se ha dado cuenta de cómo es su vida ahora?: todo el mundo se dirige a usted con reverencia, usa escoltas permanentemente, anda en vehículos caros con vidrios polarizados, y ya nunca más tendrá que detenerse ante un semáforo. Se ha convertido en una personalidad con enormes influencias, tiene muchos recursos a su disposición, posee grandes privilegios, se codea con los poderosos, lo reciben los príncipes y los reyes, va a Davos a codearse con los dueños del mundo, sus palabras son “sabiduría”, y el populacho se prosterna ante usted. ¿Y todo esto gracias a qué?: a la cuasidemocracia que tenemos. Así que cada noche dé gracias por tener una democracia a medias, una dictadura de los políticos, un “país de dulce”, como decía Cantinflas.

Nunca olvide que la muchedumbre tiene un solo papel que jugar acá: elegir en las urnas a los “príncipes” y a los “reyes” de entre un grupito de candidatos elegidos previamente por las elites políticas. Así que no se le ocurra aumentar la participación de la gente, hacer plebiscitos, o ceder ante las peticiones de las organizaciones de ciudadanos, trabajadores o consumidores. Tampoco se le ocurra convertir al país en una verdadera democracia. ¿Quiere acaso dejar de ser príncipe o rey?, ¿quiere que la gente intervenga en decisiones que son “exclusivas suyas”?, ¿quiere que la muchedumbre elija a los gobernadores e intendentes, y, por tanto, hacerlo perder cuotas de poder y cargos en donde poner a sus amigos o camaradas de partido? Además, ¿para qué dar más a un pueblo que vive hipnotizado por el fútbol y la farándula, que no se hace respetar, que se deja manipular, que tiene miedo de sindicalizarse y que sólo se conforma con recibir algunas limosnas de vez en cuando?Asimismo, no intente reformar por ningún motivo el sistema neoliberal que rige en nuestro país. ¿Qué sistema económico facilita más su labor que aquel que propugna el Estado mínimo o ausente? ¿Quiere acaso cambiar el sistema para trabajar el doble o el triple? No, ¿verdad?

Pero ojo, si hay un poco de nerviosismo social por la poca participación ciudadana, recite el siguiente discursillo que lo sacará de apuros rápidamente:

- “Quiero que mis compatriotas sepan que queremos que nuestro gobierno sea recordado por la enorme participación ciudadana que hemos impulsado. Estamos aquí por la gente y para la gente, y queremos que estén con nosotros en las grandes decisiones del país”.

Después, ya en su Palacio, enciérrese a discutir con su círculo de colaboradores sobre el próximo TLC y dé gracias a su dios por gobernar un país de dulce.

Precepto 20:

Si usted, por sus principios y valores, no está de acuerdo con todos estos Preceptos, pero igual tiene una fuerte vocación de servicio público, debe reflexionar profundamente y tomar en cuenta que lo más difícil que va a afrontar en su vida pública no es la formulación, evaluación y ejecución de los grandes proyectos que pueden hacer de Chile una gran nación, sino las malolientes costumbres que caracterizan al mundo político.

Todos aquellos que ingresen a la política siendo honestos, transparentes y capaces se darán cuenta prontamente que: (1) lo mejor que hacen los políticos es hablar y justificarse, (2) la inteligencia y las buenas intenciones no son los instrumentos adecuados para abrirse paso, sino la insinuación y la intriga; y (3) las actitudes benevolentes hacia el país se diluyen en el apego al poder.

Tampoco debe olvidar que las únicas iniciativas en favor del país que prosperarán serán aquellas que coincidan con los intereses personales o partidistas de los políticos, y que una de las prácticas más arraigadas de estos es satisfacer a los grupos económicos y a la comunidad financiera internacional (¿se ha preguntado alguna vez quienes conforman esta comunidad?). Claro, jamás usted encontrará a algún político que reconozca todo esto, pero tenga siempre presente que lo importante no es escuchar lo que se dice, sino averiguar en donde están los verdaderos intereses. ¿Está dispuesto a ir contra la corriente y luchar toda su vida para no absorber toda esta infracultura? Si la respuesta es no, dedíquese a otra cosa. Si su respuesta es sí, le espera una gran y solitaria tarea.

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Nota a los Votantes: Si usted repudia lo que constantemente observa de los políticos, sólo reflexione una cosa: ¿quiénes son los que los eligen? Si usted no valora su voto o no hace el esfuerzo de averiguar qué está votando realmente, no se queje posteriormente.